Cada año más
organizaciones publican su comportamiento ambiental, social, económico y de
gobierno mediante sus memorias de sostenibilidad (o de RC) Analizando sus
contenidos, podríamos entonces decir que ¿cada año que pasa las organizaciones
son más sostenibles?
Memorias de Responsabilidad Corporativa publicadas al año
Para el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, esto no es así, al
menos para las 35 empresas españolas más significativas que cotizan en bolsa de
valores, las cuales, todas o casi todas realizan anualmente sus memorias de
sostenibilidad en las que sacan pecho de sus comportamientos sostenibles.
Ya que hace unos días el citado Observatorio ha
puntuado la transparencia real que ofrecen estas empresas en sus memorias,
dando como resultado un suspenso más que generalizado, ya que las 35 empresas
han obtenido de media un raquítico 1,21 sobre 4 (habiendo aprobado únicamente
una de ellas con un 2,01).
Siendo esto así, no nos ha de extrañar que, organizaciones muy importantes
del tejido empresarial español, mientras que en sus memorias de sostenibilidad
hablan de su código de obligado cumplimiento para fabricantes y proveedores,
mediante el cual toda su cadena de suministro debe respetar y cumplir los
valores de responsabilidad social y ambiental que la definen mediante aspectos
como la prohibición del trabajo forzado, la prohibición del trabajo infantil o
las horas de trabajo excesivas y que, al mismo tiempo, podamos leer hoy en la
prensa el artículo del denominado “líder contra la esclavitud infantil”, el Sr.
Ehsan Ullah Khan, el cual asegura que el 100% de la producción de una de estas
organizaciones en Asia se sustenta empleando mano de obra infantil.
Según
Ehsan, una jornada de uno de estos niños, niñas, chicos y chicas que trabajan
en Pakistán, Camboya o Bangladesh, consta de unas 10 a 16 horas de trabajo por
2€ al día.
Supongo entonces que todo esto dependerá de lo que cada uno entienda por
trabajo forzado, trabajo infantil y horas de trabajo excesivas. Es más, entiendo
que dependerá de lo que la ley de cada país interprete que significan estos
conceptos. Pero en todo caso, como escuchaba hace unos días a un político al
que se le cuestionaban determinados asesoramientos bien retribuidos: eso “puede
que sea legal, pero no es ético”.
Ahora entendemos cómo es posible que cuando en el informe del Observatorio
de Responsabilidad Social Corporativa pregunta a las empresas si estas “¿cuentan
con políticas que garanticen el cumplimiento de su compromiso en materia de
Derechos Humanos?”, solo el 40% de las del Ibex 35 responden que sí. Pero sólo
el 17% informa sobre qué medidas han tomado y, de estas, únicamente una de cada
cinco cuenta con políticas activas de control de proveedores.
Así pues, me temo que del objetivo principal que se quería conseguir con
las memorias de sostenibilidad, que según el GRI (organización creada por las
Naciones Unidas cuyo fin es impulsar la elaboración de memorias de
sostenibilidad en todo tipo de organizaciones) es el de: “comunicar impactos de
sostenibilidad positivos y negativos, y capturar información que pueda influir en la
política de la organización, en su estrategia y en sus operaciones de manera
continua”, se ha pasado a utilizarlas principalmente como una herramienta de
lavado de cara, es decir del Greenwashing, del que tan poco gusta hablar a las
grandes compañías.
También puede ser que el aumento de
organizaciones que realizan su memoria de sostenibilidad año a año, se haya
producido por efecto de la denominada “Law of the unintended consequences” (ley
de las consecuencias no intencionadas). Esta ley lo que nos viene a decir es
que las acciones de las personas, gobiernos y demás grupos de interés, pueden
generar consecuencias no intencionadas y, en algunos casos, inesperadas. El
ejemplo más utilizado para explicar esta ley, es la utilización de los CFCs (clorofluorocarbonos)
en los
refrigeradores por parte de inventor, Thomas Midgley Jr., el cual, al utilizar
el gas freón en los refrigeradores consiguió que estos aparatos estuvieran en
todos los hogares, pero propició de forma involuntaria el agujero de la capa de
Ozono.
Sin querer
comparar impactos negativos, esta Ley se puede utilizar también para explicar el
fenómeno del incremento año a año de las empresas que publican sus memorias de
sostenibilidad, ya que cada vez son más
las organizaciones que utilizan principalmente la información publicada por las
empresas en sus memorias para realizar clasificaciones o rankings en materias
de sostenibilidad.
Encontrándonos
así con clasificaciones de empresas del tipo: con menos emisiones, con más o
menos proveedores auditados, con compensación de emisiones,… etcétera- Lo que
ha provocado que todas las empresas entiendan que la manera más adecuada de dar a conocer sus actuaciones en materia de
sostenibilidad sea a través de las memorias, ya que si utilizasen otros métodos no aparecerían incluidas en
estas clasificaciones.
Con esto no quiero decir que realizar una memoria de sostenibilidad sea una
mala idea, en absoluto, lo que pretendo es señalar que no siempre es conveniente
utilizar esta herramienta para comunicar
el comportamiento de nuestra organización.
Es decir, las organizaciones pueden y deben utilizar todas las herramientas
que la comunicación empresarial ofrece para explicar sus comportamientos. Pero
sobre todo que, utilicemos el medio que utilicemos, debemos ser totalmente
transparentes y veraces a fin de dar respuesta a las inquietudes de nuestros
stakeholders. Y así, por ejemplo, la empresa a la que el Sr. Ehsan acusa de que
el 100% de su producción se sustenta empleando mano de obra infantil, debería
ser totalmente transparente y comunicar realmente cuáles son las condiciones de
sus trabajadores, y no esperar a la realización de su siguiente memoria de
sostenibilidad para ofrecer los datos actualizados sobre el número de auditorías
realizadas a sus proveedores u otras cifras de poca o nula utilidad para sus
partes interesadas.
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