Como el título de esta entrada, es como
en otoño del 2013 nos dijeron que se iba a llamar a la encíclica que el
Vaticano acaba de presentar ahora con el título de “Alabado seas”, según
aparece en la prensa del día de hoy, en la que
el papa Francisco culpa a empresas y gobiernos del cambio climático.
Como
cabría de esperar, el documento no dice nada que los científicos no lleven ya
avisando desde hace unas décadas. Pero sí que es un toque de atención a
empresas y gobiernos desde un grupo de interés que hasta el momento no se había
pronunciado sobre el tema.
Quizás
pueda sonar un poco irreverente llamar grupo de interés al Vaticano. Nada más
lejos de mi intención, pero es que se sea o no creyente, hay que reconocer la
fuerza que tiene el Vaticano en muchos Gobiernos (incluso en algunos que se
pronuncian laicos).
Cuando
conocí la intención del nuevo papa de publicar esta encíclica, pensé que quizás
había llegado el momento en que por fin los gobiernos más conservadores
cambiarían sus políticas energéticas y apostarían por las energías menos
contaminantes.
En
aquel momento pensé que, para aquellos gobernantes para los que el papa es el
representante de Dios en la tierra, saber que éste piensa que “Si
destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. ¡Nunca lo
olvidéis!” o que “Dios perdona siempre, los hombres
algunas veces, la naturaleza nunca”,
debería haber sido la señal definitiva con la que se dieran cuenta de que sus
políticas ambientales permisivas eran erróneas.
Pero
claro, al poco de llegar a esta conclusión, leí que uno de los políticos más
conservadores de USA, Jeb Bush, actual aspirante a
presidente de ese país y católico confeso, dijo “No me dejaré dictar la
política económica por mis obispos, mis cardenales o mi Papa”. Y entonces
comprendí que este tipo de políticos, en estos temas como en tantos otros,
están movidos por un dios mucho más terrenal y de papel.
Así
pues, mucho me temo, y espero equivocarme, que poco va a cambiar también en
España, ya que a su gobierno no le va a importar demasiado lo que diga este
documento, y seguirá con sus planes de penalizar el autoconsumo de energía,
contribuyendo así a la mayor quema de combustibles fósiles.
Pero
si algo nos ha enseñado la actualidad que vivimos estos días en este país, es
que en política nada ni nadie es eterno y, que quizás, dentro de poco tiempo
tengamos unos gobernantes que se decidan a legislar pensando en la
sostenibilidad del planeta y no en ese otro dios terrenal. Y cuando eso ocurra,
las organizaciones deberían estar preparadas para ser líderes y ejemplos a
seguir por sus competidores.
Para
lo cual, quizás ahora no sea el mejor momento para pensar en instalar energías
renovables, pero para lo que siempre es buen momento, es para optimizar nuestros consumos, ya que
por lo que no nos podrán penalizar será por consumir de manera más eficiente.
Aun
así, bienvenida sea esta nueva encíclica que espero nos haga reflexionar sobre
otra de las citas de Jorge Mario Bergoglio, en la que dijo que, "el
hombre que se cree Dios, destruye el mundo".
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