En muchas ocasiones, estas partes
interesadas, piden que estos impactos sean comunicados mediantes las
denominadas huellas. Como es el caso de la huella ecológica, la huella hídrica,
la huella de carbono de producto o de organización, la huella ambiental, la
huella social…
Pero no es de extrañar que con toda esta
batería de huellas que las organizaciones pueden calcular hoy en día, a los
responsables de sostenibilidad y Responsabilidad Corporativa les surjan dudas
sobre cuál es la mejor huella a calcular y comunicar.
Pues bien, ciertamente la respuesta no es
sencilla. Aunque lo primero que deberían preguntarse es si de verdad es
necesario comunicar todas estas huellas, ya que, más allá de una operación de
marketing empresarial (que en algunos casos podríamos denominar greenwashing), la
comunicación de estas huellas a potenciales clientes o al público en general,
no llevan asociados muchos más beneficios.
Me explico. Muchas organizaciones se
están decidiendo a comunicar determinados tipos de huellas, simplemente por el
hecho de que se ha convertido en una tendencia más o menos habitual. Pero dudo
mucho que, a menos de que se sea un especialista en temas de sostenibilidad o
que se posea un alto conocimiento de estos temas, la gran mayoría de la
población conozca la diferencia existente entre una huella de carbono de
alcance 3 y una de alcance 2, o una huella hídrica verde, azul, gris o
completa. E incluso, dudo que la mayoría de la población sepa la diferencia
entre una huella ecológica, una huella de carbono o un etiquetado energético.
Aunque no quiero que se me mal
interprete, me encantaría que se pudieran conocer todos los impactos
ambientales de forma cuantitativa de los productos y servicios que adquirimos,
pero realmente creo que actualmente el objetivo del cálculo de estas huellas
debe ser otro, ya que las organizaciones, a mi entender, deben calcular estas
huellas para conocer mejor su propia organización, y de este modo poder mejorar
su comportamiento ambiental y por qué no, sus consumos.
Teniendo en cuenta que, por ejemplo: la
huella de carbono ofrece el valor de las emisiones de CO2; que la huella hídrica ofrece el volumen
total de agua dulce utilizada o
contaminada; la huella ecológica estima la superficie que se necesita para
producir unos determinados recursos en hectáreas globales; la huella ambiental
es una medida del impacto que genera un producto o servicio a lo largo de su
ciclo de vida; y que la huella social es
la marca medible que una empresa deja en la sociedad por razón de sus
operaciones.
Podríamos decir que, al calcular la
huella ecológica podremos
conocer y mejorar el alineamiento de nuestra situación con respecto a las
tendencias del mercado, a fin de ser más competitivos. Mediante el cálculo de
la huella de carbono, podremos conocer donde poder reducir nuestro consumo
energético, reduciendo costes y anticiparnos a previsibles nuevas regulaciones.
Al calcular la huella hídrica, conoceremos las opciones de mejora de consumo de
agua, y evitaremos multas por sobrepasar límites legislativos de contaminación…
Es
decir, el cálculo de cada una de estas huellas deberá llevar asociados una
serie de distintos comportamientos y decisiones de las organizaciones, de los
que se derivarán varios beneficios a las mismas. Por lo que cada organización
deberá determinar qué tipo de huella es la que más le conviene calcular, por su
situación actual y futura, así como por el sector en el que desarrolle su
actividad.
Y como ya hemos hablado en anteriores posts.
Para ello, las organizaciones pueden ayudarse del trabajo de su equipo de
Auditoría Interna.
Como ya sabemos la auditoría, con el fin
de conseguir la deseable mejora de su eficacia, pero sobre todo de la
eficiencia de la labor desempeñada, utiliza los denominados “indicadores”, bien
sean los denominados KRI´s (
Indicadores de riesgos clave) o los KPI´s (indicadores de desempeño). Estos indicadores, en el caso que
nos ocupa, han de incidir en los aspectos ambientales que sean pertinentes.
Entendiendo como tales a todo aquel elemento de las actividades, productos o
servicios relacionados con la organización que puede interactuar con el medio
ambiente.
Haciendo una correcta identificación de
los aspectos ambientales significativos de nuestra organización, estaremos más
cerca de responder a la pregunta que nos hacemos en el título del post, ya que,
dependiendo de cuales sean nuestros impactos ambientales, deberemos seleccionar
los indicadores apropiados, a fin de poder conseguir los mayores beneficios
derivados al calcular la huella adecuada, y tomar las decisiones que procedan.
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